Desde que comenzó el aislamiento obligatorio, como equipo nos preguntamos cómo seguir acompañando a las mujeres, conteniendo la angustia y respondiendo a las necesidades que nos manifestaban en cada comunicación con nosotras.

Nuestra primera preocupación apareció al detectar que la mayoría de sus necesidades básicas no estaban satisfechas, lo que traía como consecuencia que sus sentires estuviesen atravesados por la angustia, la preocupación y la incertidumbre. El aislamiento no era el único factor ni el más importante; sí lo era la pregunta sobre cómo seguir adelante sin ingresos suficientes.

Al mismo tiempo que nosotras nos preguntábamos y armábamos estrategias de acompañamiento, se empezaron a comunicar con nosotras distintas instituciones y personas que ofrecieron su ayuda. Así fue como nos organizamos para poder administrar y distribuir estas ayudas, dividiéndonos las tareas para que a ninguna mujer le falte la escucha y el acompañamiento que tanto valoran.

Y así es como comenzó el desarrollarse este proceso, con la nueva modalidad que el contexto nos propone/impone.

Considero importante compartirles que no solo ellas están atravesando esta situación: cada una de nosotras la vamos viviendo de la mejor manera posible, pero también con límites. Lo importante es sabernos unidas, caminando codo a codo.

Lamentablemente, algunas mujeres dieron positivo de COVID 19 y debieron atravesar la etapa de aislamiento y tratamiento en cierta soledad y desprotección. Ante esto, nos propusimos  acompañar cada paso, cada parte médico, cada alta, entendiendo que la recuperación integral de una mujer que vive esta situación, va mucho más allá de lo sanitario.

Gracias a Dios, todas están bien y rehabilitándose luego de tan angustiosos momentos. Como aspecto positivo, debo remarcar que esta situación nos sirvió para reforzar las recomendaciones de cuidados básicos hacia ellas y sus vínculos cercanos. Siempre entendiendo y contextualizando hasta dónde estas indicaciones son posibles de seguir en su integralidad (dado el contexto de vulnerabilidad en el que viven).

La presencia trinitaria de Dios Familia y Comunidad

En cuanto a los benefactores, quienes se hicieron presente de muchas formas (novedosas, creativas, asertivas), nos queda dar las gracias porque en ellos se expresa la presencia trinitaria de Dios Familia y Comunidad. Cada uno con sus dones -preparando barbijos, enviando cuentos animados, donando bienes y recursos, aportado información, etc.- hizo posible esta respuesta que pudimos dar al clamor de las mujeres.  

A pesar de las angustias y las distancias, hemos recibido muy lindas devoluciones. Algunas de las mujeres han reflexionado sobre la posibilidad de estudiar, de buscar otras alternativas a la prostitución, de revisar su propia vida para mejorarla: cuando se habla de “resiliencia”, es a estos procesos a los que nos referimos. 

Como menciona el Documento Capitular: “estamos llamadas a habitar nuevas fronteras”. Como nos preguntáramos en un encuentro reciente: ¿acompañar a las mujeres en contexto de pandemia no es, acaso, una de esas nuevas fronteras?


Ma. Noelia Álvarez | P/ Equipo Puerta Abierta Recreando